9.16.2013

Rosa. 22

Hubo un tiempo en el que frecuenté unos círculos de debate político. Habían montado una acampada en una plaza de la ciudad. Pasaban el día ahí, reivindicando cosas. Se sentaban y se indignaban hablando de los últimos escándalos, citaban a Marx, a Ghandi y a su puta madre, jugaban a las cartas, la gente les llevaba comida, a mi todo aquello me parecía muy curioso. Había además muchas féminas de buena catadura. Eran días poco productivos, se acercaba el verano. Una noche me dejé caer por allí. Unos cuantos hablaban sobre dictaduras del último siglo y otros se fumaban unos canutos. En el grupo de los fumetas se encontraba Rosa.

A Rosa la conocí la primera vez que fui. Estaba dibujando. Tenía un tatuaje en la muñeca y unos labios gordos como dos morcillas. Era muy morena, de pelo largo y ojos oscuros y penetrantes. Guapa a rabiar. "Me la follaría con amor" - Pensé. Me asomé por detrás de su hombro. Era un buen dibujo.


-Es muy bueno. Las caras de niños son difíciles.

Se giró tranquila, me miró directamente a los ojos y me dijo:

-Gracias. -la vi dudar un instante, sin dejar de mantenerme la mirada- ¿Cómo te llamas?
-Hans -le sonreí.
-Rosa

Me senté a su lado. En aquellos coloquios se respiraba un aire de fraternidad, era muy fácil conocer gente, era como un mini años 60 pero con menos droga.

-Y bueno, lo que estoy haciendo yo está claro. ¿Tú que haces aquí Señor Hans Hablocondesconocidas?
-Hacer honor al nombre que me acabas de poner. Me gustan los retratos. Me gustaría dibujarte.
-¿Ah si? -Giró la página del bloc y me lo dió- Toma.

Hice un dibujo de una chica que se daba un aire a Rosa, si entornabas mucho los ojos se parecían. Tengo la misma habilidad para dibujar que un bonobo puesto de mescalina, pero menos era una mierda. Le di el dibujo, sonrió.

-¿Dibujas a todas las chicas que te encuentras?
-Solo a las guapas.
-Espera -me dijo, y fue a su tienda de campaña y sacó una manta- hace algo de fresco.

Cogió la manta y nos tapó a los dos. Estábamos sentados en un banco. "No está mal para el dibujo de mierda que he hecho" - Pensé.

Divagamos sobre un largo rato sobre lo humano y lo divino. Tonteábamos. Se hizo tarde y me fuí a casa.

Pues allí estaba ella de nuevo. Con su bloc, dibujando a un amigo.

-Hombre Hans, qué alegría verte. ¿Te quedas esta noche?
-¿Qué hay?
-Lo de siempre, pero mi compañera se ha vuelto al piso y tengo la tienda vacía. Quédate guapetón.

Rosa tenía un cuerpo espectacular. Tenía sangre caribeña, unas caderas de infarto y unas tetas bien apretadas. Estuvimos un buen rato hablando de música y entramos en la tienda. Estaba a reventar de ropa sucia.

-Me voy a cambiar, puedes girarte o no, cosa tuya.

Se quitó la camiseta y el sujetador y empezó a rebuscar en la ropa. Las tetas se le meneaban y la luz que entraba de la calle le daba directa. Me estaba empalmando. Me incorporé y la cogí de las tetas por la espalda. Se giró y me besó. Tenía los labios más gordos, blandos y suaves que he catado en la vida. Era dulce, besaba con cariño, desnudaba con cariño, la comía con cariño. Empezó a chupármela y en menos de un minuto tuve ganas de correrme al menos diez veces. Aquella boca era puro pecado. Si Cristo fuera una puta tendría la misma boca.

Se montó encima y se la metió lento. Estaba ardiendo. El suelo estaba duro de cojones y me estaba destrozando la espalda. Hice un movimiento y la tienda entera se meneó muchísimo. Oí unas risas fuera. De golpe recordé que estábamos en la puta calle y no eran mas de las once de la noche. Me entró un sudor frío y en ese mismo momento, ella hizo no-se-que-coño con la pelvis que casi me rompe. Empezó a moverse lento pero fuerte, haciendo muchísimo recorrido. Cerré los ojos, me temblaban los párpados como a Neo aprendiendo Jiu-jitsu. Lo hizo dos o tres veces más y me corrí como una bestia. El coño se le desbordaba. Pringué todo el saco de dormir. Alguien golpeó la tienda por fuera.

-¡Dale caña a eso tío!

Si lo hubiera dicho dos segundos antes hubiera salido a hacerle una puta cara nueva. No soporto que me hablen cuando me corro. Tuve una ex parlanchina, comentaba los polvos en directo. Cuando iba a correrme me tocaba meterle toda la mano en la puta boca para que se callase. Me desesperaba.

Recogimos un poco el pringoso problema de la tienda y nos quedamos fritos. Allí, en la plaza del ayuntamiento recién follados en una noche de Mayo.

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