9.17.2013

Camila. 28

Un día estaba haciendo el gilipollas por facebook. Mandando un mensaje aleatorio a tías buenas tipo "Hace mucho que no hablamos, creo que deberíamos quedar y emborracharnos". Algunas me dijeron lo típico "quedamos también con mi novio" a lo que yo contestaba "por mi vale, trío diabólico" y ellas respondían "imbécil".

Una sin embargo me siguió el juego. Acabamos acordando que serían whiskys y había que hacerlo pronto.

Dos días mas tarde estábamos en una terracita ajardinada de la zona pija. Dos whiskys con agua en la mesa. Camila era de esas mujeres que veías pasar por la calle y al día siguiente pedías baja medica por dolor cervical. Era muy alta, casi tanto como yo. Tenía un culo espectacular, grande y firme como dos putas piedras. Llevaba el pelo muy corto, le hacía cara de mala leche. Era guapa. Era sin embargo un poco tetiescueta. Pero el conjunto de su figura era tremendo.

Bebía whisky como beben las mujeres que han estado casadas, separadas, luego divorciadas y ahora son unas perdonavidas. Bebía como un hombre. Demonios bebía el doble que yo. 

-Estoy con un chico, es militar -dijo ella.
-Vaya ¿lleváis mucho?
-No, lo conocí el lunes pasado.
-Y ya estáis juntos.
-Y ya estamos juntos. Creo que vamos un poco rápido, no se. Es un crío.
-¿Cuántos años tiene?
-Casi veinte.

Dí un trago largo. No tenía muchas expectativas de acostarme con Camila, la conocía de hace mucho y pese a saber que era bastante puta, me parecía que estaba en una onda diferente a la mía. Reevalué mis posibilidades. Decidí beber fuerte. Pienso mejor cuando bebo.

Bebimos varios whiskys. Tonteamos un poco. Le jugué una trampa y le pedí un mojito especial. Ramiro el dueño del Amanecer hacía unos mojitos de la hostia.

-Uf, cómo me pides esto... me lo voy a tener que beber y no quiero mezclar. 

Cuando uno quiere algo, hay que hacer trampas.

Seguimos tonteando, ella bebía y yo me dije a mi mismo que era suficiente.

-Vamos a dar una vuelta, que me mareo -me dijo sobándome.
-Vamos a comprar una botella y vamos a mi casa, te enseño a mi gato y follamos.
-Imbécil.

Compramos una botella a precio de oro. Era tarde. Subimos a mi casa, y siguiendo el plan, le presenté a mi gato y le comí la boca a traición. Se volvió loca, me saltó encima, empezó a arañarme la espalda y a morderme el labio. 
"¡Que coño le ha dado a esta!" dije para mis adentros.

-Te voy a follar basto -dije para mis afueras.

Le bajé los pantalones, pude así escapar un poco a su presa-de-judo-asesina. Tenía el culo endemoniadamente duro. Le quité el tanga mientras ella se quitaba el sujetador. Le olía el coño a caramelo. No se por cuantas eternidades tienes que vender tu alma al diablo para que te huela el coño así, pero a esta tía le olía el conejo a caramelo. Me tiré de boca. Era como comerse una tarta de coño. A mi es que si están limpitos, me gusta comerme los coños como un niño helados de cucurucho, pringándome toda la cara.

Paré un poco. Cuando me como un coño mucho rato al final se me pone blanda la polla, se piensa que me olvido de ella. La monté fuerte, cuatro o cinco cogidas bestias. Entonces sonó la puerta y blasfemé en arameo. Era mi compañero de piso con, al parecer, quinientas personas. Obviamente, sonó mi puerta como si la fuera a tirar abajo.

-Tío hay un bolso en la cocina ¿Estás jodiendo? - Se oyeron risas.
-Si te piras igual si que follo.
-Que va tio, folla y sal, que hay fiesta.

Me tocaba los cojones. A mi me gusta joder en silencio, oír con definición el ruido de mi pelvis haciendo plas plas contra la pelvis de la perra que toque ese día. Cuando hay ruido me desconcentro.

Y ahí estábamos, mi polla fláccida, mi melopea, Camila, su coño de tarta y yo. Y quinientas personas en el salón quemándome mis dvd's de Bob Ross.

Camila me la chupó un poco. No se me levantaba, decidí darme un descanso y comerle el coño con parsimonia. Le hice mi truco iraní de los dedos endemoniados y se corrió. Era de estas que se convulsionan mucho al correrse y parece que te vayan a partir los putos dedos.

Había vuelto a fallar a mi regla. No dejes que una borracha se corra antes que tu. Iba a salir y le iba a abrir la cabeza a mi compañero de piso. Así aprendería a no desconcentrarme cuando jodo.

Me tumbé. Estaba mareado. El olor a caramelo se me había metido fuerte en la nariz. Camila se incorporó.

-¡Eres un cabrón! Estoy con Isra y te lo he dicho, me has liado.
-Yo seré un cabrón pero tu te has corrido bien a gusto. ¿Esto hay que empatarlo eh?
-Hm... -se hizo un poco la remolona. Me la quería jugar.
-Venga vamos Cami, esto no se va a chupar solo.

Bajó y me la chupó con muy poco arte. La giré un poco hacia mí y le metí un dedo en el culo y otro en el coño. Se volvió loca, empezó a mamarla como una desquiciada, moviendo mucho la cabeza. Me corrí y le llené la cara de mi esperma.

-Eres un cabrón, te digo que estoy con un tío y tu te corres en mi cara.


Mujeres...

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