9.16.2013

Davinia. 20 (Primer encuentro)

Estaba con Ismael en La Perra. Ismael estaba podrido de pasta pero adoraba tanto o más que yo los sitios cochambrosos como La Perra. Nos pedimos un cubo de calimocho con absenta, de esos que al día siguiente cagas fuego, y nos sentamos. Estábamos desbarrando, cuando apareció Javi por la puerta con un colega. Encontrarse a Javi de fiesta era como encontrarse a Cristo repartiendo anfetaminas. Sabías que la noche estaba condenada al desmadre absoluto.



Fueron cayendo los cubos. Sonaba Extremoduro de fondo. Alguien reventó una cucaracha con un casco de moto. Entraron Melisa y Andrea, dos hermanas que conocí una noche inventándome historias para ligar. Eran pequeñitas, bajitas, delgaditas y con todo muy buen puesto. Andrea era fea como una loncha de queso untada en mierda, pero estaba igual de buena que su hermana. Melisa me saludó agarrándome del culo.

-¿Qué, estás soltero esta semana o ya no?
-Si mujer, para ti si.

Javier y su colega empezaron a liarla subiéndose a la mesa cantando yoquesé. Le dieron un meneo con el pié en la cara a una gorda.
"Jesús que tetas"-Pensé.

Melisa saludó al ballenato y fue hacia el baño. La seguí.

-¿Oye la chica de azul es amiga tuya?
-Si, se llama Davinia. ¿Te la presento? Seguro que le molas, está soltera.
-No no, calla, que voy con Ismael ahora a la Piano.

Piano era una sala pijeras decorada todo minimalista en blanco y negro, ponían deep house y otras mierdas para empastillados. Ismael me patrocinaba los cubatas así que me parecía bien. Me pedí otro cubo, esta vez sin absenta y le di un guantazo a Javier.

-Loco, ayúdame con esto.
-Claro.

Cogimos dos pajitas, nos sentamos en los taburetes, respiramos y nos ventilamos el litro de golpe. La gord, Davinia, pasó mirándonos. Cuando acabamos el litro sentí unas fuertes ganas de vomitar y sacar todos los demonios en la barra. Javier y yo nos cruzamos la cara un par de veces, primero uno y luego otro. Cada vez mas fuerte. Lo hacíamos siempre, nos quedábamos con el garito.

De golpe apareció Melisa con Davinia.

-Mira este es Hans
-Encantada, soy Davinia - dijo con una risita tonta de "y me gusta chupar pollas". Nunca lo dicen, pero se les nota en la forma de reírse "jijiji".

Y ahí me quedé yo con cara de parche mal cosido sin decir nada mientras la muchacha se me tiraba toda borracha encima para darme dos besos. Sentí sus enormes tetazas apretándome contra el pecho y se me puso dura de golpe. Cuando se giró para irse metí la mano en el cubo, saqué dos hielos y se los metí en la espalda. Me puse de pie de golpe apartándome por si se volvía loca y me crujía la cara a hostias con esos brazos como troncos de abedul que tenía. Pero se quedó como atascada, intentó quitarse los hielos pero la molla le impedia llegar a la espalda con la mano. Se giró y me miró con cara de "te la voy a comer toda"

-¡Aaay, quítamelos, que están muy fríos!

Yo había bebido suficiente como para meterle mano por debajo de la camiseta y arriesgarme a encontrarme eso que tienen muchas gordas en la espalda, pelo. Por suerte no fue el caso, le quité el hielo apretándome contra sus tetas y me comió la boca a traición. Me dejé llevar, nos liamos un rato y salimos de La Perra. Ella estaba cachondísima, nos empezamos a liar en un portal. Le metí la mano en las mallas. Noté un calor infernal, cuando le toqué el chocho pensé que había metido la mano en un charco. Jesús, que forma de mojar. Me encantan las gordas porque lubrican como si se fueran a meter tu pierna por el coño. Ella me agarró la polla. Me estaba empezando a poner realmente cachondo y iba lo bastante borracho como para joderme a una gorda a pelo en un portal a cuatro calles de mi casa sin pensarlo demasiado. Yo le metí los dedos. El coño mas caliente que he tocado en mi vida, sentía el calor como guindillas apuñalándome las yemas de los dedos.
"Ésta se unta el coño con chili seguro"- Pensé. Lo pensé y me dio un poco la risa así que paré un momento. Cuando voy borracho pienso gilipolleces y me distraigo. Justo cuando iba a entrar en faena y a joderme a aquella perra en el portal, apareció Ismael pegando voces, dando patadas a las chapas y tirando hielos a los coches.

-Ostias, espera, voy a detener a la bestia -le dije a Davinia, poniéndola momentáneamente a enfriar.

Ismael pesaba 115 kg y medía cerca de metro noventa. No era la clase de tío con el que quieras enfadarte.

-¿Qué coño pasa tío?
-Nada, que me rallo ahí dentro, vamos a la Piano. -dijo, y me agarró del brazo.

Me olvidé de que tenía una gorda mojada hasta las rodillas a dos portales de distancia y nos fuimos a la Piano. Entramos rebotando de pared a pared por el estrecho pasillo y fuimos los dos directos a mear.
Cuando voy muy borracho no puedo mear sin apoyar la cabeza en la pared, me caigo redondo. Me la saqué y noté un olor raro. Me olí los dedos. MI PUTA MADRE. Olían a cueva de dragona poniendo huevos. No se cuanto llevaba aquella tía sin lavarse el coño pero la peste era mayúscula. Estiré el brazo y le puse los dedos bajo la nariz a Ismael descojonándome.

-Huele.
-CAGONDIOS TIO ¿DÓNDE HAS METIDO LA MANO, EN EL OJETE DE SATÁN?
-En el coñaco de la gorda esa.
-¡Qué puto asco, cabrón!

Ismael se giró y me dio un puñetazo en la mandíbula. Me caí de rodillas todavía meando y vomité. Luego está borroso. Algo de zorreo, yo robando cubatas sin vigilar que veía por ahi. Desperté la mañana siguiente en mi piso. Me olí los dedos. Todavía apestaban.

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