2.27.2014

Marlene. 19. Segundo Encuentro

Never seen a girl that's so jolie
All I want is you, you're ma chérie
Ma chérie, oh oh oh...


¿Dónde estaba? Había mucho humo, música comercialoide para zorrillas antiprofilácticas adolescentes sin salir del huevo y botellines de party shots por todas partes. Me apoyé contra una pared. Lucecitas de colores y muchas risas. Demasiado estímulos. Entre la maraña de cuerpos semidesnudos, humo y basura, alcancé a ver una botella de Havana Club a medias apoyada sobre la repisa de una ventana por la que entraba un frío terrible de la calle.

-Creo que puedo llegar hasta ahí.
-Claro que podemos Hans.
-A la primera invito yo.

Andando como un velocirraptor mescalinómano puesto hasta las cejas, me abrí paso entre la gente y alcancé la repisa. Creo que por el camino pisé a un par de lesbianas dándose el lote sobre el asqueroso suelo de la habitación. No lo sé.

Me senté en la repisa apoyado contra la pared, abrí la botella y me lancé un chorro a la boca. No debería haber hecho eso.

-¡HanSSSssSss que hacÉsssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss!

Reconocía ese acento de boquitadepene. Miré a mi izquierda, hacia una cama a reventar de gente haciéndose cosas por la nariz que le hacía cosas por el culo a otra gente que sudaba mucho y tenía cara de placer. Marlene me miraba desde la esquina de la cama, con la camiseta salida por un hombro y sin sujetador.

-¿Qué haces tú tan fresca? Ven, hazte un chupito conmigo -dije, y la cogí del brazo levantándola de la cama.

Marlene se apoyó en la pared de pie, colocándose un poco la camiseta en un intento de taparse sus preciosas, blancas e increíblemente redondas tetas de adolescente. Eran pechos antigravitacionales, sus pezones te saludaban desafiantes desde una altura increíble, duros y rosados.

Me ardía la cara del cebollazo. No podía quitar la vista de aquellas tetas gordas como dos almohadas de carne. Me sentí caer al vacío como cuando miras al fondo desde un puente. Caí con toda la puta cara entre sus tetas y moví la cabeza de un lado a otro con la lengua fuera amasando sus tetas ansiosamente como un perro buscador de trufas.

Me apartó como pudo. Yo la miré a la cara y me agarró con mala hostia del rabo. Dijo algo en francés que no entendí.

-No hablo francés y lo sabes.

Me volvió a decir algo en francés haciendo gesto de comerse una polla así con la lengua en la boca.

-Ok -dije
-¿Eso si lo has entendidó? -se rió.

this is what we're waiting for...

-Qué temazo -pensé.

Marlene me cogió de la mano y me llevó al aseo. Cuando cruzamos la puerta de la habitación, reconocí un poster de Hardwell.

-Coño ¡esta es mi casa!

Marlene me miró con cara de perra confusa.

-¡Mis dvd's!

Solté a Marlene y entré enloquecido a mi habitación. Ahí estaban las mismas quince personas de antes, haciéndose cosas por todos los agujeros imaginables del cuerpo. Mi portatil enganchado a un equipo BOSE que no era mío y, bajo la tele, mis dvd's de Bob Ross. Me abrí camino hasta la tele, cogí los dvd's y los puse a salvo sobre el armario. Analicé brevemente la escena. No había fuego, no parecía haber nadie muerto y mi portatil estaba fuera del rango de catástrofe. Volví al pasillo con Marlene y me tiré a su boca agarrándola fuerte del culo.

QUÉ CULO.

Entramos en el baño y cerramos la puerta. Era un cuarto de baño enorme con un espejo de cuerpo entero en la puerta y otro de 2 metros de ancho en la pared, frente al lavabo.

Nos besamos salvajemente contra el espejo. Marlene se quitó la camiseta y me quitó a mí la mía destrozándome la espalda en el proceso. Me abrazó fuerte, apretándome las tetas contra el pecho. Yo pensé que con lo cachondo que estaba y el tremendo pedo que tenía encima, iba a caerme redondo e iba a abrirme la cabeza contra la tapa del váter en una de las muertes mas tristes y apoteósicas de la historia. Me fallaban un poco las piernas. Noté que me iba a caer de culo. Cogí a Marlene y como pude, me dejé caer de espaldas arrastrándola a ella en un intento de que pareciera que era aposta la hostia que nos dimos contra el frío y húmedo suelo del baño. Seguimos besándonos, revolcándonos en lo que no tenía muy claro si era agua del lavabo o meados salvajes. Preferí no pensar en ello. Marlene se quitó los pantalones como si le quemasen. Tiré la mano directa a su coño. Ardía.

Sentí un poder primal apoderarse de mi. El alcohol, el progressive, las tetas como magdalenas recién horneadas y el contraste entre lo ardiente del cuerpo de Marlene y lo frío del suelo me poseyeron y me puse de pié de golpe, agarré a Marlene de ambos brazos y la metí en la ducha. Abrí el agua caliente a tope. Ella dio un grito al salir el agua al principio fría de cojones, yo di otro cuando empezó a salir ardiendo. Le dí un par de meneos al grifo y lo dejé en una temperatura aceptable. Me pareció un buen momento para quitarme los pantalones, Marlene se descojonaba con la escena. Las francesas tienen una risa que me pone la polla como la vara de un zahorí, apuntando al pozo secreto.

Giré a Marlene y la puse apoyada con ambas manos sobre una pared de la enorme ducha. Me destrocé los calzoncillos a lo hulk con una mano mientras buscaba el agujero bendito con otra. Abrí el agua a tope, enfilé el anillo de cuero y lo profané sin contemplaciones. Marlene pegó un grito. Lo tomé como una señal y en mi tremenda nube mental de alcohol progressive agua casi ardiendo y carne desnuda frente a mí, bombeé durante un buen rato mientras el agua nos empapaba y mi francesa gritaba cada vez más fuerte.
Estaba cerca de correrme cuando mi compañero de piso abrió la puerta del baño con cara de haberse muerto alguien. Le miré. Me miró. Abrió mucho los ojos. Me levantó el pulgar. Estiré mi brazo izquierdo. Nos chocamos los cinco. Salió cerrando la puerta. Me corrí.

Me desperté al mediodía siguiente en mi cama. Mi habitación olía a demonios y mi polla a Erasmus. Miré encima del armario. Mis dvd's de Bob Ross seguían donde los dejé. Volví a dormirme.

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