10.29.2013

Jess. 22

Era una más de esas noches de llegar agotado a casa y encontrarme una puta fiesta multicultural en el salón con al menos 10 invitados. Polacos, Turcos, Suecas, Italianas... había que decidir entre ponerme a cortar cabezas o abrir el frigo, sacar un par de cervezas y unirme. La decisión era sencilla.

Así que ahí me planté, con una Meckatzer en la mano y una tía enorme a mi lado. A ver, seamos específicos en este punto. Yo soy del club de las gordas, ok, pero en este caso hablamos de una tía mas alta que yo,con muchos kg de más y tetas como balones playeros de Nivea. Un reto hasta para aventureros follacachalotes como yo.



Y aún con esas, ahí estaba yo, metiéndole chupitos bajomanga a la giganta. Y ella JI JI-JA JA. Ya sabéis como va amigos, si dice JIJI se la mete hasta las muelas del juicio. En aquello que entre la mansedumbre y dicharachería que otorga el zumo de cebada y el desparpajo propio de un servidor, acabó la casa vacía menos la gigantuesca fémina y uno mismo. Ella reía como una cerda puesta de LSD tirada en el suelo de mi cuarto. Yo con la polla ya  como rama salvaje de roble de mirarle el abultadísimo escote, le dije "a mi cama o la puta calle". Puede parecer que me la jugué a un "la puta calle y te la pelas con la izquierda" pero sabía que ella vivía a media hora de mi casa, era la 1 am  y estaba nevando

Empezamos a besarnos suciamente. El alcohol empeora los besos siempre, y más en estas cantidades. Yo estaba casi seguro de que, de desembocar la cosa en sexo, yo no iba a poder dejar el listón alto de ninguna manera. Pero Jess (solo me tomó 3 horas memorizar su nombre, y mirusté que es corto) se tiró como una puta bestia hambrienta a comerse mi cimbrel con amore et ansys.

Ahí estaba yo, preparado para percutir salvajemente. Le pegué un gapazo amigable para lubricar y se la metí sin compasión. Si si, ya sé, es mejor meterla poco a poco y suave, por aquello de no destrozarlas, pero a mi me gusta follarme con desprecio a las gordas. Joder, son gordas, no se quieren a si mimas ¿porqué iba yo a respetarlas?

Con todo dentro, bombeando salvajemente, la miré. Estaba con la cara roja, apunto de hervir.

-¿Estás bien, te duele?
- Ah, ah, córrete ya joder.

"Maldita inútil, si te la acabo de meter hace un parpadeo"-pensé.

Yo no me caracterizo por mi empatía sexual, así que seguí percutiendo.

Y entonces, de entre sus ojos, ví como se le caía una lagrimita. Se me desempalmó el alma. Pregunté que coño pasaba.

-Muy gorda

-Muy gorda estás tu y no digo nada- Dije para mis adentros.

Acabé con mas pena que gloria el polvo, ella echando la  lagrimita en cada embestida y yo echándole la lefadita toda por encima al final.


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